“Corazón inquieto” es el programa que nos identifica como institución católica y lateranense. Su nombre evoca la expresión agustiniana que da cuenta de un ser humano en búsqueda permanente de la verdad y del bien y del ejercicio responsable de la libertad personal en el respeto por el pluralismo.
La Iglesia está llamada a una continua transformación, desafío que asumió el Congreso Vaticano II y que nos impulsa a buscar nuevos caminos de acción. En medio de un cambio de época, es importante redefinir algunas respuestas a interrogantes, cuyas formulaciones pueden resultar ya lejanas a los niños y jóvenes contemporáneos, en un esfuerzo de interpretación y actualización del lenguaje.
Inspirados en el evangelio queremos generar un espacio de reflexión sobre:
Partiendo de lo que viven nuestros niños y jóvenes y en un recorrido de profundización progresiva, implementamos el método de formación experiencial (Fundación Talita Kum). Su aplicación nos permite acceder a las tres dimensiones de lo humano (exterioridad, interioridad, profundidad), para descubrir y entender nuestra forma de ser y situarnos en el mundo (espiritualidad).
El programa se presenta en áreas diferenciadas pero se concibe y ejecuta de manera integral:
1- Educación Sexual Integral (ESI)
Este proyecto tiene como objetivo acompañar a los alumnos para que puedan crecer en el amor como fundamento de sus relaciones y proyectar sus vidas en orden a la libertad. Para ello, buscamos ayudarlos en su proceso de madurez y desarrollo, respetando la originalidad de cada uno. Se realiza tanto en el espacio áulico, con contenidos específicos y transversales, como en talleres organizados para tal fin.
2- Enseñanza Religiosa Escolar (ERE)
Entendemos que la temática religiosa no debe apuntar de manera única ni preponderante al conocimiento doctrinal, sino a una interpretación existencial del evangelio, que pueda integrar las demás áreas curriculares potenciando el diálogo entre fe y razón. Al mismo tiempo, consideramos necesario articular este espacio con aprendizajes afectivo-emocionales, relacionales y psico-espirituales de los alumnos, algunos de ellos ya abordados en el proyecto ESI. Esto se realiza tanto en el espacio áulico de Religión, como en las convivencias en espacios abiertos y en contacto con la naturaleza. En medio de la rutina escolar diaria y el acontecer histórico (tiempo cronológico), las convivencias quieren ser tiempos “kairóticos”, irrupciones que despiertan el sentido, profundidad y consistencia de nuestra experiencia humana.
3- Celebraciones litúrgicas
Las celebraciones nos permiten visibilizar y experimentar la vida de toda la comunidad educativa y explicitar la presencia de Dios entre nosotros. Creemos firmemente que “donde dos o más estén reunidos en Su Nombre… ahí está El”.
Muchas de las celebraciones involucran a los tres niveles en su conjunto (inicial, primario y secundario), y quieren promover el encuentro, el intercambio, la conciencia de comunidad donde cada uno es protagonista y valioso para construir el nosotros.
4- Proyecto social
La formación humana y cristiana se expresa en la construcción de una comunidad donde todos puedan ser reconocidos. Las áreas anteriores se completan con la promoción de los niños y jóvenes a sentirse protagonistas del cambio social, bajo una mirada integral de la persona y una lógica de encuentro con el otro.
De esta forma, se realizan acciones de intercambio con otras instituciones, a través de la planificación y acción de proyectos de mejora conjunta, incluyendo aspectos sociales, espirituales, económicos y ecológicos.
A través del juego, vinculado con lo que cada uno va siendo, con la creatividad, la solución de problemas, la interacción entre pares y otros procesos cognitivos, sociales y emocionales, los estudiantes tienen la posibilidad de profundizar en el camino de exploración de sí mismos y de descubrimiento con los otros. Se habilita el espacio tanto para que registre sus propias experiencias y reciba el aporte del docente desde una mirada adulta y cualificada que pueda despertar nuevas preguntas, así como para comunicar lo aprendido, no sólo desde un aprendizaje intelectual, sino de un conocimiento y reconocimiento afectivo, que promueva una vivencia integral.