Historia

La Congregación de Padres Lateranenses

Los Canónigos Regulares de Letrán llegaron a Salta en 1899, invitados por Monseñor Matías Linares y Sanzetenea. La finalidad era educar e instruir a la niñez y la adolescencia salteña. Al cabo de todo este tiempo, puede decirse que ha bregado sin descanso para que estos propósitos se cumplan. Desde que llegó a Salta, la Congregación Lateranense también desarrolló una labor apostólica en toda la provincia y fuera de ella.

Los Canónigos Regulares de Letrán han tratado de mantenerse siempre fieles a la Regla dada por San Agustín “Convertir al mundo al Cristianismo, observar la pobreza evangélica y llevar vida en común”. Su Constitución sostiene que “la Orden Canonical no excluye ninguna forma de apostolado, más aún, incluso considera como propios, junto con el culto litúrgico, la predicación de la Palabra de Dios, los Ministerios Parroquiales, la Educación de la Juventud y las Obras de las Misiones”.

Desde Hipona (África) hacia el mundo… Desde el País Vasco hacia Argentina.

Al comenzar el recorrido por la historia del Colegio, recordamos a quienes lo iniciaron allá por 1899 y a quienes posibilitaron su vigencia hasta nuestros días como una institución dedicada en la vida de la ciudad de Salta y a la formación de las nuevas generaciones.

Oñate es una villa de gran tradición histórica, cultural y arquitectónica, situada en el centro del país Vasco, cerca de la frontera entre España y Francia. Desde allí un puñado de luchadores inició hace ya 115 años sus esfuerzos para mejorar el destino de los jóvenes salteños.

En base a un acuerdo realizado entre Monseñor Matías Linares y Sanzetenea, obispo de Salta Argentina y Don Luis Santini, Reverendo Señor Abad General de los Canónigos Regulares de Letrán, fueron designados los primeros sacerdotes que tendrían la misión de concretar los sueños de crear en la ciudad de Salta una casa de estudios para varones, atendiendo a las necesidades del medio.

El 1 de agosto de 1899 el Abad General dictó el Decreto de Constitución de la familia del Colegio de Salta, recayendo la designación en las siguientes personas: Canónigo Eusebio Lardizábal, Prior y Rector del Colegio; Agustín Ochandiano, Vicario y Vicerrector; Ildefonso Barandiaran, auxiliar; José del Campo, Sacristán; Miguel Oyarbide y Balbino López de Heredia, hermanos legos.

Partieron de Barcelona el 11 de agosto, llegando al puerto de la Ciudad de La Plata el día 30 en horas de la mañana. El viaje por el Atlántico estuvo cargado de expectativas y arribaron a Salta el 6 de septiembre de 1899. Fueron recibidos en la estación por una multitud de fieles que esperaban ansiosos a su Pastor. En manifestación se dirigieron todos a la Catedral, donde se cantó un solemne Te Deum, y se escucharon elocuentes palabras de bienvenida. Los recién llegados se alojaron en el Palacio Episcopal, donde residieron cerca de dos meses, demostrando desde su arribo un ardiente espíritu cristiano al responder a las necesidades espirituales de la comunidad.

 

El Colegio Belgrano

 

El domingo 29 de Octubre de 1899, los padres de Oñate tomaban posesión del edificio, realizando una solemne bendición y labrando la siguiente Acta:

 

“En esta ciudad de Salta, a los 29 días del mes de octubre de 1899, reunidos el Ilustrísimo Obispo de la Diócesis, Monseñor Matías Linares y Sanzetenea, con el clero y pueblo de esta ciudad de Salta, con el objeto de bendecir la casa donde debe instalarse el Colegio Católico denominado Belgrano, en su local ubicado en el campo de La Cruz, procediendo a verificar el acto el mismo Obispo y entregando la dirección del Establecimiento a los Padres Canónigos Regulares de Letrán.”

 

En el marco de este importante acontecimiento celebraba su Pontificado el Papa León XIII, era Presidente de la República Argentina Julio Argentino Roca; Gobernador de la Provincia de Salta, Pío Uriburu y Obispo, Monseñor Matías Linares y Sanzetenea.

Bajo la dirección del P. Eusebio Lardizábal y el P. Ochandiano como vicerrector y secretario, se iniciaron las actividades en la manzana situada, en la actualidad, entre las calles que se denominan Mitre, Alsina, Zuviría y Entre Ríos. Poseía los siguientes ambientes: dos salitas a los lados de la puerta principal de entrada, una destinada a la recepción y otra, a la derecha, para capilla provisoria. Luego seguían tres saloncitos dormitorios y dos grandes salones para los colegiales. Eran los humildes pero esenciales andamios en la construcción de la vida de la institución.

 

Enclavada en el Campo de La Cruz, también conocido como “La Tablada”, “Campo del Honor” o bien “Campo de la Capitulación”, aquellas tierras se transformarían con su inefable hechizo, en gloria y esperanza para sus alumnos y docentes de ayer y de hoy.

En el frente, una bandera sería el grito de fe de la patria, que esperaba de esa casa de todos, su grandeza y porvenir.

Desde la toma de posesión los sacerdotes de Oñate observaron en el colegio una vida de Canónigos Regulares. Vestían, por orden del Abad General, sotana blanca y roquete fuera del colegio y sotana negra dentro del mismo.

 

Entre los años 1900 y 1901 el flamante Colegio Belgrano se preocupó por dictar su Reglamento, admitiendo alumnos internos, medio pupilos y externos. Las clases debían comenzar el 1° de marzo de 1900 pero fue imposible hacerlo por cuanto se habían inscripto sólo cuatro alumnos. Pero el 29 de marzo del mismo año, ya con diez internos y cuatro externos, se resolvió iniciar el 2 de abril las clases de los tres grados iniciales siendo el 30 de abril la matrícula de 16 alumnos internos, cinco medio pupilos y once externos.

 

El 1° de abril de 1902 el Consejo General de Educación de la Provincia de Salta resolvió declarar incorporado a la categoría de escuelas graduadas al CB. Este fue un nuevo logro en la vida de la institución, a solo tres años de haber llegado a Argentina.

 

En 1913 el gobierno de la Nación incorporó al CB al 1° año de los Colegios Nacionales, y estuvo en condiciones de abrir el 1° curso del bachillerato en 1914, mientras era Prior y Rector el P. Ignacio Goenaga. En 1922 fue posible completar la totalidad de los años correspondientes a los estudios secundarios.

 

En 1923 el Colegio contaba ya con 240 alumnos entre 1° inferior y 3° año (primaria y secundaria). Los primeros bachilleres del CB de Salta egresaron en 1944.

En una 2° etapa, y nuevamente adaptándose a la época, la institución creó una escuela que se inspiraba en la ley de 1912 de “Escuelas de Artes y Oficios”.

 

En 1949 el Colegio ocupaba el 2° lugar en el país en número de alumnos.

 

En enero de 1963 se produjo la visita del psicólogo Felipe Gutiérrez para analizar la posibilidad de crear un gabinete psicopedagógico.

 

En 1969 había disminuido notablemente el número de profesores de la enseñanza secundaria pertenecientes a la Orden: sólo 12 de ellos dictaban clases frente a alumnos mientras que 20 eran laicos. En la primaria todo el personal estaba compuesto por damas del laicado.

 

A pesar de una fuerte oposición de algunos padres de alumnos, se resolvió abrir a partir de 1970 la inscripción para mujeres en el secundario, siendo la primera en inscribirse Myrian Beatriz Hodi. Esta modalidad fue aprobada en 1971.

 

En 1975 el CB superó por primera vez el millar de inscriptos: 465 en secundaria y 597 en primaria.

El 2 de abril de 1975 cumplió 75 años de funcionamiento, resolviéndose que los festejos se realizaran el 19 de junio con una serie de eventos para tan importante fecha. Al acto oficial asistieron autoridades, maestros y alumnos, hubo misa concelebrada y un gran homenaje recordatorio.

 

En marzo de 1977, ante la decisión del Padre Daniel Irizar de retirarse del cargo de Rector, porque ya tenía 75 años, un nuevo desafío se presentó nombrando en su reemplazo a un laico: el Prof. Andrés Temperley como Director de Estudios.

 

El 11 de marzo de 1996 se incorporaron por primera vez las aulas de prejardín, al que tuvieron acceso infantes de ambos sexos y en el 2009, gracias a la ampliación del Nivel Inicial, el CB comenzó a funcionar con tres secciones en todos los cursos.

 

Los últimos años encontraron al colegio Belgrano fortalecido a pesar de los cambios y el tiempo, su espacio sigue siendo el espacio de la posibilidad, el lugar donde se respetan e integran las diferencias, donde se resiste desde la dignidad y el derecho.

Desde su función educativa, el CB trata de producir una gradual y pacífica evolución del pensamiento que hace que los hombres en libertad y democracia conquisten los derechos por una vida mejor.



El Padre Jimeno

José Antonio Jimeno nació en Allo, un pequeño poblado de Navarra, el 06/05/1034. Su familia se dirigió a Arbizu en 1938.
Realizó sus estudios primarios y secundarios en Oñate.
En el año 1945, a la edad de 12 años, José Antonio ingresó al Seminario Lateranense de Oñate junto con otros 12 niños.
Egresó a los 16 años del Seminario de Oñate y comenzó a realizar el Postulantado, período para conocer y vivenciar la vida religiosa. Luego realizó un año de noviciado y, después, 3 años de Filosofía y 4 años de Teología.
A los 21 años realizó sus votos religiosos.
Fue ordenado sacerdote el 16/03/1957 y ese mismo año fue destinado a América.
Y es así que, con tan sólo 22 años, en 1956 partió hacia Buenos Aires. Su cumpleaños número 23 lo sorprendió en alta mar, leyendo la carta que le había enviado su madre.
En Buenos Aires se recibió de Profesor en Ciencias Naturales a los 26 años y, con su título bajo el brazo, fue destinado al norte argentino, a la Provincia de Salta.
El Padre José Antonio Jimeno llegó al Colegio Belgrano en 1961 para hacerse cargo de las cátedras de Botánica, Zoología y Biología. En compañía de sus alumnos comenzó, de a poco, a armar su Gabinete de Biología.
En el río Arenales, junto a sus alumnos, recolectaba huevos de caracol y de ranas para luego llevarlos al laboratorio. 
El Padre Jimeno había dejado atrás su tierra natal, sus seres queridos y lo que había sido su vida para comenzar una nueva obra que el Señor tenía reservada para él. Allí, en la ciudad de Salta, el Colegio Belgrano esperaba a quien, como tantos otros antes, habría de trabajar de manera incansable para engrandecerlo forjando el intelecto y el espíritu de miles de niños y de jóvenes.
Desde entonces el Padre Jimeno mantuvo en alto el compromiso y la dedicación, mostrando de manera concreta el verdadero sentido de su vocación sacerdotal.
Padre, amigo y pastor, su seguridad y firmeza han sido los pilares de la institución y sus palabras sabias el consejo que orienta en la desesperanza y la incertidumbre.
Su preocupación por brindar la calidad educativa que los nuevos tiempos exigen, compartida por quienes lo acompañan, ha servido para construir una institución atenta al logro de sus objetivos, consolidada en el trabajo constante y en la autoevaluación permanente. Aspectos que han contribuido a gestar una trayectoria educativa reconocida por la comunidad salteña.
A sus 81 años, compartiendo la mesa del Señor en la gloria del Paraíso, cosecha lo que ha sembrado durante tantos años y con tanto esfuerzo: su querido Colegio Belgrano lleva 116 años de vida fecunda, comunitaria y católica, bajo el lema de San Agustín: “Se enseña por amor a los demás, se aprende por amor a la verdad”.

120 años de experiencia y tradición, comprometida con educar en valores, formar integralmente e inspirar a los estudiantes desde la primera infancia